Durante el siglo XIX proliferaron toda clase de artefactos que, diseñados como juguetes, sorprendían la mirada del espectador al satisfacer el anhelo universal de reproducir imágenes en movimiento. De la cámara oscura a la cinematografía, son muchos los ingenios mecánicos que ocuparon un espacio en los salones de la aristocracia o en las plazas de grandes ciudades. Entre ellos, uno de los más populares fue el disco de visión superpuesta denominado taumatropo.
Escena con un taumatropo en la película Sleepy Hollow (Tim Burton, 1999):
Para celebrar el Día Mundial de la Animación nada mejor que una visita a la exposición “Artilugios para fascinar”, la colección particular que el cineasta Basilio Martín Patino tiene depositada de forma permanente en la Filmoteca de Castilla y León, con sede en Salamanca. Un viaje en el tiempo a través de trescientas piezas relacionadas con los antecedentes del cinematógrafo que redescubren al público la fascinación propia de la infancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario