martes, 20 de noviembre de 2012

La historia de Mulán (Jenny Pastrián)


Como en otras entradas de este blog, se han incorporado algunas de las historias que nos han llamado la atención sobre las leyendas que la factoría Disney ha dado vida posteriormente. Una de ellas es la de la famosa Mulán. 
Durante siglos se ha cuestionado si verdaderamente la historia de Mulán fue realidad o simplemente una historia de ficción. Sea lo que sea, el relato nos ha llegado gracias a “Oda a Mulán” de Yeuh-fua, que consiste en un conjunto de canciones y baladas chinas y ha sido la encargada de trasmitirnos la historia desde el siglo VI hasta nuestros días.
Ese relato nos indica que el apellido de Mulán es Hua. Se relata que Mulán decidió sustituir a su anciano padre en la lucha por su país, disfrazándose de hombre. En el poema se cita que Mulán tenía un hermano, pero era demasiado pequeño para poder enviarlo a la guerra, además de una hermana mayor. Emperador  que aparece se llama Khan y la batalla se da lugar en el norte de china cerca del Río Amarillo y la Montaña Negra.
En el poema también relata la rapidez con la que Mulán compró un caballo y el equipamiento necesario para poder acudir a la guerra.
Durante los doce años que estuvo fuera de casa, Mulán participó en muchas batallas, viendo como compañeros y superiores suyos iban muriendo. Durante todos estos años Mulán consiguió disimular perfectamente que era una mujer.
Una vez terminada la guerra, regresó a su pueblo para cuidar de sus padres. No sin antes, el emperador ofrecerle un gran puesto, que rechazó.
Al tiempo sus compañeros fueron a su pueblo a visitarla y se encontraron con que su compañero de batallas era en realidad una mujer.
No obstante, aunque la película que realizó Disney no se ajusta completamente con la realidad, el pueblo chino está contento, ya que con esta película ha sido conocida Mulán mundialmente.













Los insectos celebran su canto la tarde
Mulán está tejiendo ante la puerta.
No se escucha girar la lanzadera,
tan solo los lamentos de la niña.
Preguntan dónde está su corazón.
Preguntan dónde está su pensamiento.
En nada está pensando,
si no es el rey Kong, su bello amado.
La lista del ejército ocupa doce rollos
Y el nombre de su padre figura en todos ellos.
No hay un hijo mayor para el padre, 
un hermano mayor que Mulán.
"Yo iré a comprar caballo y una silla,
yo iré a luchar por nuestro padre."
Ha comprado en oriente un caballo de porte,
ha comprado en poniente una silla y cojín,
ha comprado en el sur una brida
ha comprado en el norte un buen látigo.
Al alba se despide de su padre y su madre;
cuando anochece, acampa junto el Río Amarillo.
ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan solo el chapoteo del caballo en el agua.
Al alba abandona el Río Amarillo.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan solo el chapoteo del caballo en el agua.
Al alba abandona el Río Amarillo;
cuando anochece, llega a la Montaña Negra.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan solo a los caballos relinchando en el monte.
Cruzó miles de millas en busca de la guerra,
corrió como volando por pasos y montañas,
las ráfagas del cierzo trían son de hierro,
a la luz de la luna brillaban las armaduras.
Allí los generales luchando en cien batallas
morían, y después de haber dado diez años
volvían a su casa, valientes, los soldados.
De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,
que se sienta en la Sala de los Resplandores.
Le concede medallas por sus méritos muchos,
lo ofrece alas de pato crujientes por millares.
El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.
"Mulán no necesita honores oficiales,
dame un burro robusto de cascos bien ligeros
y envíame de vuelta a casa de mis padres."
Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca,
los dos salen a verla, dándose de codazos.
Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca
se arregla y se coloca delante de la puerta.
Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca,
saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.
"He abierto la puerta de mi cuarto oriental,
y en el occidental me he sentado en la cama.
Me quité la armadura que llevaba en la guerra
y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.
Delante del espejo, cerca de la ventana
me he peinado el cabello enmarañado
y me han adornado la frente con pétalos dorados."
Cuando Mulán salió ante sus camaradas,
todos se sorprendieron, quedándose perplejos.
Doce años estuvieron con ella en el ejército
y ninguno sabia que era una muchacha.
Las patas del conejo saltan más,
los ojos de la hembra son algo más pequeños,
mas cuando ves un par corriendo por el campo,
¿quién logra distinguir la liebre del conejo?

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